El Estandarte de la Verdad. 1972(1995 4ed.). 217p.
Se ha observado a menudo que uno de los requisitos fundamentales en la exposición de la Palabra de Dios es la necesidad de preservar el equilibrio de la verdad. Estamos plenamente de acuerdo con ello. Hay dos cosas que están por encima de toda discusión: Dios es soberano, el hombre es responsable. En este libro hemos procurado exponer lo uno, así como en otras obras hemos hecho frecuente énfasis en lo otro. Reconocemos sin vacilar que existe un verdadero peligro tanto en enfatizar demasiado lo primero como en ignorar lo segundo; de ello, la historia nos ofrece numerosos ejemplos. Hacer énfasis en la soberanía de Dios, sin sostener al mismo tiempo la responsabilidad de sus criaturas, tiende al fatalismo; dar a la responsabilidad del hombre tal importancia que se pierda de vista la soberanía de Dios, es exaltar a la criatura y deshonrar al Creador.
A fin de cuentas, casi todos los errores doctrinales provienen, realmente, de la perversión de la verdad, de la verdad mal trazada, de la verdad defendida y enseñada sin la debida armonía. El rostro más hermoso de la tierra, poseedor de los rasgos más atractivos, pronto se convertiría en algo feo y deforme si una de sus partes continuara creciendo mientras las demás permaneciesen atrofiadas. La belleza es, primordialmente, cuestión de armonía. Lo mismo ocurre con la Palabra de Dios: su perfección y santidad se perciben mejor cuando su sabiduría infinita es expuesta en sus verdaderas proporciones. En este intento es en el que tantos hombres fallaron en el pasado. Algunos quedaron tan hondamente impresionados por algún aspecto aislado de la Verdad de Dios, que concentraron sobre él toda su atención, en detrimento de casi todos los demás. Cuando una porción de la Palabra de Dios ha sido constituida en "doctrina favorita", se ha convertido muchas veces en emblema distintivo de algún partido o grupo. Pero el deber de todo siervo del Señor es anunciar "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27).
CONTENIDO
Introducción
La soberanía de Dios y nuestra época. Definición de la soberanía de Dios. La soberanía de Dios en la creación. La soberanía de Dios en su providencia. La soberanía de Dios en la salvación. La soberanía de Dios en operación. La soberanía de Dios y la voluntad del hombre. La soberanía de Dios y la oración. Nuestra actitud hacia la soberanía de Dios. El valor de esta doctrina. Conclusión
Libro completo suministrado por FELIRE.
Si el vínculo no funciona puede ver el documento AQUI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario